La capacitación y el entrenamiento son fundamentales para un buen desempeño, que digo bueno, para un SEGURO desempeño
Mi primer empleo fue “asistente operativo”. Trabajaba en oficina y registraba la información derivada de las jornadas de supervisión en seguridad industrial realizadas en las diferentes áreas de proceso, analizaba los datos y generaba informes. Un buen día después de unos meses de haber escuchado a diario sobre los diferentes equipos, instalaciones, inspecciones, procedimientos, actos y condiciones inseguras y una que otra referencia normativa, un supervisor me invitó a asistir con él a un área de proceso.
Fue sumamente emocionante, pero hoy en retrospectiva sé que también fue sumamente riesgoso. Todo inició al bajar de la unidad vehicular y darme cuenta que aunque conocía “la teoría” no la “práctica”; el simple ejemplo de no saber si el término del pantalón de mi overol tenía que estar dentro o fuera de mis botas, si debía o no colocarme el barbiquejo pues según yo no había viento (aunque era una política oficial instruida por el “patrón”) y ni que hablar de mi cabello, ¡Dios, no sabía qué hacer con mi cabello! ¿Tenía que hacerme un “chongo” y meterlo debajo de mi casco? ¿Podía hacerme una “trenza” y dejarla colgando? Una vez dentro del área perimetral de ese pozo de perforación, habiendo recorrido esas áreas de consola, bombas, temblorinas, contrapozo, etc. donde debajo se encontraban altas presiones, posibles acumulaciones de gases, presencias de vibraciones, ruidos, etc., me di cuenta que “la teoría” no es nada sin “la práctica”, pero aún me más importante me di cuenta que la capacitación y el entrenamiento son fundamentales para un buen desempeño, que digo bueno, para un SEGURO desempeño.
La Ley Federal del Trabajo en su artículo 153 menciona que los patrones tienen la obligación a capacitar y entrenar a sus trabajadores (incluidos los de nuevo ingreso), y en dicha orientación debe estar por supuesto la información relacionada sobre los riesgos y peligros que están expuestos los trabajadores. Hoy en día es difícil saber con certeza cuáles patrones cumplen adecuadamente con lo anterior.
Aparte de mi experiencia personal como novata, hoy en día estoy en contacto con muchos jóvenes recién egresados, ávidos de conocer y ganar experiencia, de sobresalir en sus primeras oportunidades laborales que se les brindan, sin embargo, no debemos restar importancia a aquella popular frase: la seguridad es primero y tomarnos el tiempo de realmente conocer los peligros presentes en los procesos y áreas donde nos encontramos, así como sus riesgos asociados y la manera correcta de cómo protegernos ante ellos. Y recalco el “protegernos” no cómo solo el uso del EPP, sino como la acción adecuada ante cualquier situación no esperada que pudiera ser la diferencia entre un incidente a un accidente o incluso una fatalidad.
A ti colega que hoy inicias o que has cambiado recientemente de área de trabajo -recordemos que cada área tiene su
s propios peligros y riesgos- muy aparte de la capacitación y el adiestramiento (si lo hay) que te pueda brindar tu patrón, busca en los procedimientos, en los instructivos, en los manuales de operación, pero principalmente observa de una manera detallada ejecutando un análisis q
ue te permita tomar siempre las decisiones que te brinden una seguridad a tu integridad, la de tus compañeros y el área donde te encuentras y no por último y menos importante siempre acércate al personal de experiencia quien muy seguramente tiene mil pericias de las cuáles puedes aprender.
A ti colega con experiencia por favor ten paciencia, tolerancia, enseña, aconseja, demuestra que todos estos años en los que afortunadamente has podido desempeñar tus labores, cómo no sólo te has convertido en un especialista en tu rubro, sino en un buen compañero que brinda sin interés sus conocimientos y ayuda.